'L'art c'est l'homme ajouté à la nature.'
Vincent Van Gogh.
Alvar Aparicio es un pintor
palentino afincado en una pequeña localidad rural de Salamanca. Este entorno,
que también lo rodeó en su Palencia natal, ha influenciado de manera directa su
obra.
Cada pintura supone una
pequeña batalla con el soporte, se percibe la fuerza en cada pincelada, estocadas
de color que se arrastran marcando formas en ocasiones imperceptibles. Un
profundo trabajo que apela a lo primitivo, con un estudiado trasfondo que lo
aleja de la pintura ligera.
Sus primeras obras muestran una
inmersión retrospectiva en la pintura de Velázquez, obligado referente formal y
conceptual para cualquiera que se haya enfrentado a un lienzo. De aquí deriva
la serie de cuadros ¨Boxeadores¨, en los que se muestran escenarios y
personajes que pretenden captar el dramatismo y la teatralidad de la derrota,
la decadencia del vencido.
Una progresión en el trabajo
de colores y texturas acompañada de una fuerte sensibilidad hacia su entorno le
lleva a la creación de paisajes vividos en los que el viento que agita los
campos de Castilla es denominador común. Como contrapunto a las sensaciones
sublimes de la naturaleza y la vez como segunda fase paisajista se involucra en
el acre territorio de las naturalezas muertas, cuya aparente falta de movimiento
contrasta con los inevitables efectos del paso del tiempo; el sutil paisaje se
construye con las carnes y las vísceras, generando una suerte de morbo que nos
recuerda el barroco imaginario de las vanidades.
Sus últimos trabajos, en los
que actualmente se encuentra trabajando el pintor, nacen del estudio de la
escatología medieval. Desde un punto de vista contemporáneo, el artista trabaja
con el imaginario teratológico judeo-cristiano extraído de los textos
medievales sobre la inminente llegada del fin de los tiempos. Su serie “Monstruos”
es una revisión de las criaturas que habrán de materializarse para tormento del
hombre en el vaticinado apocalipsis. Alegoría y plasticidad se unen para dar
forma a lo que aún no puede tenerla.
Una pintura sincera que
expone de manera abierta la constante preocupación del artista por los procesos
pictóricos y el color sin perder de vista los diferentes referentes figurativos,
que en mayor o menor medida necesitan ser conservados como escenario de sentido.
Su pintura se desvela sin artificios ni efectos para llegar a una realidad
descarnada cuya única finalidad es acercarse de algún modo a la verdad.